Hace unos buenos años, soy seguidor de Guillermo del Toro. Sus films son obras de arte, desde la ya conocida El Laberinto del Fauno, La Cumbre Escarlata, hasta las dos de Hellboy, las cuales dentro del cine basado en cómics son lo más fieles que se puede pedir.
Él ha sido uno de los íconos del cine oscuro, con tramas que pueden pasar de lo inocente a lo turbio, con personajes que en apariencia pueden ser extraños o aterradores, para terminar siendo de buen corazón y con buenas intenciones. En su última obra, nos encontramos con esto.
[su_box title=”Sinopsis ” box_color=”#c1330e” title_color=”#120a0a” radius=”8″]Estados Unidos, alrededor de 1963. Es la Guerra Fría y la carrera militar y espacial está en su punto más álgido. Elisa (Sally Hawkins) es una empleada de la limpieza muda en una instalación del Gobierno que esconde unos laboratorios secretos. Su vida cambia por completo al descubrir a un ser enigmático: un hombre-pez único, una auténtica anomalía natural, que vive encerrado y es víctima de diversos experimentos. Elisa empieza entonces a sentir simpatía por este extraño ser y se establece una fuerte conexión entre ambos. Pero el mundo real no es un lugar seguro para un hombre de estas características. [/su_box]
La película nos cuenta varias historias de soledad en una época donde el odio y el miedo a lo diferente estaban a flor de piel, y la paranoia por la guerra se palpaba en el aire, como lo demuestran los momentos en la base militar.
Durante ciertos diálogos a lo largo del film, podemos sentir no solo esa soledad que transmiten los personajes como Elisa y Giles, sino también el odio que tenía que enfrentar su amiga Zelda por parte de Richard Strickland, el jefe de seguridad.
Como todos los trabajos de Guillermo del Toro, la historia debe tener su momento que puede impactar o ser descabellado, y este film no carece de ellos en lo más mínimo, pues ahí está la magia de sus películas. Con momentos románticos y diálogos que pueden mover el piso de más de uno, esta obra es bastante reflexiva, desde personajes que temen a lo diferente, hasta como lidiamos con el sentimiento de soledad.
Una escena en particular que destaca este tema, es la de las ventanas que nos muestran a Giles por un lado, y a la criatura en la otra ventana. Ambos personajes están lidiando con su soledad de ser diferentes, pero a diferencia de Giles, la criatura tiene a Elisa quien lo quiere por como es él, por el mismo hecho de ser diferente, especial.
Como toda película de Del Toro, el final es mágico y toda la película esta plagada de emociones, que incluso a ratos me recordó un poco a El Laberinto del Fauno.
El diseño de la criatura es muy parecido al de Abraham de Hellboy, pero dista mucho de ser iguales, ya que el compañero de Hellboy es mucho más estilizado, y delicado en ciertos aspectos físicos, mientras que la criatura de este film es más parecida lo que vimos en “The Creature from the Black Lagoon” de 1954.
Esta nueva obra de Guillermo del Toro no es solo una película de drama y romance, sino también una oda a las viejas películas de monstruos que lo inspiraron a él, como a tantos de nosotros.