El 18 de octubre del 2005, el mundo presenció el nacimiento de Shadow of the Colossus. La obra maestra de Fumito Ueda se posiciona como uno de los títulos más influyentes dentro de la industria, sirviendo de inspiración a grandes éxitos como God of War y The Legend of Zelda: Breath of the Wild.
En un ecosistema plagado de misiones secundarias, cientos de horas de juego y complicadas historias, Shadow of the Colossus nos brinda una experiencia más austera en cuanto a contenido, pero se asegura de que cada momento quede en la retina de nosotros, los nostálgicos jugadores.
El juego nos cuenta la historia de Wander, un personaje que se distancia del arquetipo clásico de aventuras vistas en toda la industria del entretenimiento. Mientras intenta liberar de una maldición a su amada Mono, este flacucho personaje deberá acabar con la vida de 16 colosos, hermosos y gigantes que sirven como únicos habitantes de la Tierra Prohibida.
Esta región es inmensa, llena de enormes y derruidas estructuras, las cuales nos harán sentir como el ser más vulnerable del mundo… y lo somos. Pero nuestro tamaño no es reflejo del gran potencial destructivo que tenemos, y con espada en mano abatiremos a cada uno de los colosos.
Como en la vida misma, las experiencias adquiridas a lo largo de esta aventura nos irán corrompiendo, cargando sobre nuestros hombros con la culpa de haber asesinado a seres que solo buscan defenderse, pues ellos y nosotros sabemos que no estamos ahí para simplemente charlar.
¿Estamos dispuestos a extinguir a un grupo de semidioses solo para recuperar al amor de nuestra vida? ¿Sentimos remordimiento alguno al extinguir la llama vital de cada coloso? Cada uno tendrá su propia respuesta, pero lo que en Shadow of the Colossus es inevitable, es que tarde o temprano todo cae por su propio peso, y que las decisiones que tomemos tienen un importantísimo precio a pagar… nuestra propia vida.
La belleza del juego sigue impresionando 15 años después, siendo una de las entregas mejor acabadas de la legendaria PlayStation 2. Su remake, publicado en 2018 para PlayStation 4, no hizo más que potenciar el aspecto artístico de Shadow of the Colossus, acercándolo a lo que sus creadores tenían en mente, pero que por las limitaciones técnicas de PS2 no pudieron plasmar. Basta con que lo juegues en tu vieja consola para darte cuenta del descomunal esfuerzo que hace para siquiera llegar a los 30 cuadros por segundo.
Pero a Shadow of the Colossus no le importa el framerate ni los convencionalismos del gaming contemporáneo. Su rebeldía es capaz de darnos, en poco más de 6 horas, una de las experiencias más memorables que se puedan guardar dentro de un disco.
Y aunque sepamos que ahí no encontraremos nada nuevo, volveremos cada año a maravillarnos con lo que la Tierra Prohibida tiene para ofrecernos. Seguiremos admirando la audacia de Wander, pero seguiremos sin darnos cuenta de la gravedad de nuestras acciones… hasta que ya haya sido demasiado tarde.
Shadow of the Colossus es un crudo testimonio de las cosas que podemos llegar a hacer con tal de recuperar aquello que tanto añoramos. Nuestra naturaleza egoísta tarde o temprano va a aflorar, y será capaz de cegarnos por completo, sin darnos cuenta del daño que podemos provocar para cumplir nuestros deseos más intensos. Cuando nos hayamos arrepentido, intentaremos escapar de nuestro destino a como dé lugar, pero el desenlace es inevitable, nunca estaremos ahí para disfrutar lo único bueno que hicimos en nuestra vida, terminamos nadando para morir en la orilla.