[Reseña] Mulán (2020): ¿Qué querías hacer, Disney?

Sinopsis

Para salvar a su anciano padre de ser convocado obligatoriamente a la guerra contra los Hunos, Fa Mulán se hace pasar por soldado y toma su lugar. Deberá luchar y entrenar incansablemente para mantener el honor de la familia enfrentándose también a lidiar con su propia identidad. Mulán (2020) se encuentra disponible en la plataforma de streaming Disney Plus.


Mulán: polémica desde su inicio y una comparación inevitable

Comparativa de posters. A la derecha el poster del live action. A la izquierda, la versión animada de 1998.

Mulán (2020) llega como un live action que sin duda alguna ha tenido que enfrentarse a muchas polémicas. Desde un enfoque más centrado al mercado chino sacando las tan icónicas canciones hasta eliminar por completo personajes como el dragón acompañante espiritual Mushu o Li-Shang, interés amoroso de la protagonista en la versión de 1998. Ahora que se ha estrenado cabe preguntarse, ¿Valió la pena el cambio?

Como todas las versiones de carne y hueso que se han hecho de los clásicos animados, Mulán (2020) no escapa de ser comparada con su predecesora. Y puede que esta sea, junto con el documental de NatGeo que fue El Rey León en 2019, los live actions que más sufren al ser puestos al lado de su versión animada.

Escenas similares de Mulán (2020) y Mulán (1998)

Mulán (1998) poseía una vibra y una estética que buscaba contar la historia del poema épico desde una perspectiva entretenida, colorida y atrapante ─recordemos que a la larga es una película para un público infantil─ con personajes carismáticos y memorables y un repertorio de canciones como en toda película de Disney. Ahora, su versión live action carece de todo esto porque propone ser una versión más “aterrizada”, lo que no significa una desventaja necesariamente.

Sin embargo, en esta versión se cometieron errores que, de una u otra forma, podrían haberse solucionado mirando más atentamente la versión animada.

Mulán: Como no hacer a una protagonista

Viendo Mulán (2020) el pensamiento recurrente fue la incapacidad de encariñarme con su viaje como protagonista. No es algo que tenga que ver con la actuación de Liu Yifei, sino más bien con el guión y las decisiones que se tomaron para retratar al personaje de Fa Mulán.

La versión animada hace un excelente trabajo en mostrar a una Mulán que debe luchar para conseguir salir a flote en un escenario donde pareciera que todo va en su contra. A punta de trabajo duro y de perseverar para conseguir su objetivo finalmente logra todos sus objetivos y el espectador está feliz por ver esto luego de todo su camino.

Esto no pasa en el live action. Mulán, desde el primer minuto e incluso cuando era una niña, se muestra como este personaje perfecto y extremadamente poderoso cuyo único gran problema es que tiene que “moderarse”, ya sea por tener que ser el ideal de mujer o por tener que representar su papel masculino como soldado. Su viaje es el de un personaje que desde el principio podía ganarle a todos y como tal no permite empatizar con el esfuerzo por conseguir lo que se quiere.

Junto con esto está el segundo gran problema: La película nunca decide hacia donde se enfoca.

Enfoque hacia el público: Apuntar a todos lados y no dar con ninguno

Desde sus inicios se supo que Mulán (2020) apuntaría al público asiático con todos los compromisos que ello significaba para el público del resto del mundo.  Pero, al mismo tiempo, Disney no se comprometió al 100%. La película, en más de una ocasión, demuestra que intenta ir hacia una dirección, luego a otra, luego a otra y así sucesivamente, pero nunca llega a ninguna.

Por ejemplo, una de las decisiones principales del live action fue eliminar las canciones. Sin embargo, estas igual pueden ser escuchadas de fondo en las escenas a las que correspondían e incluso los personajes en más de una ocasión dicen las líneas de algunas canciones. Esto, para el espectador, queda como una mezcla rara que trata de hacer algo sin hacer nada a la vez.

Otro ejemplo aún más claro es el enfoque narrativo. En principio, el enfoque oriental posiciona el honor como el motivo fundamental de la película, pero también busca cubrir el conflicto interno de Mulán con su identidad desde una perspectiva de género fuertemente occidental. Durante la película, estos dos motivos entran en conflicto por ser el “tema central” de la historia. A ratos el honor no importa porque todo lo necesario para Mulán es que se sienta cómoda con su identidad, y otras veces ella baja la cabeza para no pasar a llevar el honor de su familia.

Al final, pareciera que Mulán intenta equilibrar ambos pero falla catastróficamente en hacerlo. Y con ello arrastra también su tercer problema, a mi juicio el más importante: Mulán (2020) no tiene personajes.

Una película vacía

Algunos de los personajes de Mulán (2020)

Toda historia tiene personajes. Un personaje debiese tener virtudes y defectos reconocibles por el espectador, un nombre atribuible a él y algo que justifique su existencia en la historia a contar. Mulán (2020) carece de todo esto. De todos los personajes que se nos presentan a lo largo de la película, no se nos dice nada más allá de sus nombres. Quizá sepamos sobre sus rangos militares, pero no hay personajes con motivaciones ni cualidades.

 Incluso el equipo que acompaña a Mulán en gran parte de sus aventuras es desconocido porque simplemente no se nos cuenta nada de ellos y, como tal, no provocan ningún tipo de conexión emocional con ellos. No importan y sinceramente no aportan nada en la película, porque ─volviendo a lo que dije anteriormente─ desde un principio se establece que Mulán no necesita ayuda de nadie para conseguir su objetivo.

En resumen, Mulán (2020) es una película oriental para un público oriental pero hecha en Hollywood, una mezcla de la cual no se puede esperar mucho. Tiene escenas que de seguro cumplirán con sorprender al público asiático, pero en general es una película sumamente mediocre.


Puntuación final

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