Reseña: Dead Rising Remastered

Dead Rising fue lanzado al mercado en agosto de 2006 como un juego exclusivo de Xbox 360, convirtiéndose en una razón de peso para comprar la consola de Microsoft. Detrás del proyecto se encontraba el japonés Keiji Inafune, peso pesado dentro de Capcom y el cerebro detrás de proyectos tan importantes como Mega Man, Resident Evil u Onimusha. La premisa de la franquicia era muy sencilla: encerrarnos durante 72 horas en un centro comercial repleto de zombis. Un claro homenaje a la obra del maestro George A. Romero (Dawn of the Dead, 1978) y el remake de Zack Snyder de 2004. Eso sí, con una visión muy japonesa -sobre todo en lo relacionado a los personajes- de todo este universo, que prefirió inclinarse más por lo absurdo, que por lo real o terrorífico.

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Una vez más, Frank “Periodista de GuerraWest está atrapado en Willamette, Colorado (USA) y debe descubrir el misterio de esta epidemia zombie mientras lucha por su vida. Si, es el mismo contenido del juego que salió hace una década, con algunos agregados DLC pero casi todos se limitan a ser cambios cosméticos. Así que si jugaron el original un par de veces y lo odiaron, dudamos mucho que este remake pueda hacer algo para cambiar esa opinión.

Aun si, no podemos esgrimir nada contra una actualización que corre a una resolución compatible con 4K y FPS sin limites (1080p y a 60FPS en consolas), controles del teclado y ratón personalizables y reasignables, además de compatibilidad con múltiples mandos (incluyendo Xbox 360/Xbox One y PlayStation DualShock 4) en PC.

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Para una experiencia basada en enfrentar hordas interminables de enemigos, es imperativo que el juego corra sin resentirse cuando hay toneladas de zombies en pantalla, y durante nuestro análisis, no apreciamos que el desempeño del juego disminuyera ni una sola vez. Lo cual no debería sorprender a nadie, ya que Dead Rising no ha recibido una mejora visual completa y su apartado gráfico luce algo pobre en comparación con el de sus secuelas. Los gráficos del Centro Comercial de Willamette no tienen el mismo nivel que Ciudad Fortuna en la secuela pero sus personajes y las tiendas gozan de una atención al detalle que aún es increíble.

Habíamos olvidado la profundidad que tenia este juego, al menos cuando hablamos de todos los ítems que se pueden encontrar pasando por todos los trajes que se podían adquirir hasta llegar al sistema de armas. Algunas veces, pasamos hasta 30 minutos en la tienda de jugos creando nuevas recetas, enfrentándonos ocasionalmente a la amenaza zombie cuando decidían interrumpir en nuestros nuevos aposentos. Nos recordó mucho a esos momentos de ocio donde podías pasar hasta una hora disparándole a frutas en Metal Gear Solid 2.

Pero, el rígido sistema de guardado (ahora al menos se pueden grabar cinco archivos distintos) y la mecánica de manejo del tiempo, siguen siendo sus dos elementos que conseguirán más detractores. En cuanto al sistema de salvado, solo puedes guardar tu partida en zonas especificas (usualmente baños), así que si llegan a morir después de una larguísima sesión de juego y no pudieron alcanzar un punto de guardado, mala suerte, perderán todo su progreso hasta ese momento. Algunos dirán que (como en Resident Evil y su incapacidad de moverse y disparar simultáneamente) esto agrega tensión y obliga al jugador a pensar mejor sus movimientos y aunque a nosotros nunca le damos la espalda a un buen desafío, estamos seguros que a los jugadores que llegaron a la franquicia en esta generación, no les caerán tan bien tales mecánicas.

Lo de los puntos de salvado también trae otro problema, el juego cuenta con múltiples finales y los pocos espacios de salvado pueden llegar a obligar a volver a jugar desde el principio todo el modo historia para poder cumplir con todos los requisitos necesarios y así poder verlos todos y cada uno, lo cual puede ser bastante tedioso.

Por su parte, el sistema del tiempo va de la mano con la palabra frustración. Aunque quizás fue una novedad en su momento, se puede volver agobiante en partidas posteriores. Si nunca han jugado Dead Rising antes, el problema con el mecanismo del tiempo es que esta constantemente corriendo, con el requisito final de que Frank esté presente en el helipuerto para “escapar” y finalizar el juego en determinada fecha. Debido a esta limitación subyacente, puedes llegar a perderte misiones secundarias e incluso misiones obligatorias (lo cual resultaría en un “Game Over”), simplemente por estar perdiendo el tiempo en tonterías, lo cual es el principal atractivo de un juego estilo “sandbox” que toma lugar en un gigantesco centro comercial, en el que puedes interactuar con casi todo.

Lo mucho que disfrutes de Dead Rising dependerá de que tanto puedas aceptar esta mecánica. A los jugadores que no les importe jugar un juego una y otra vez hasta que los perfeccionan, seguramente les gustará la idea de esta forma de urgencia, y cuando ya tengan tiempo con el juego se darán cuenta que pueden deambular bastante sin perderse de muchos eventos. Pero nosotros preferimos la indulgencia de sus secuelas y disfrutamos el volver a jugar con estas mucho más. Es un toma y dame, pero Dead Rising es un juego que merece la pena ya que es un fragmento de la historia de los videojuegos que aun tiene mucho que ofrecer a los jugadores a pesar de todo el tiempo que ya tiene encima.

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